Proyecciones y desafíos del Legaltech
Andrés Haedo, Abogado especialista en nuevas tecnologías y Gerente de Producto & MKT de Sisem
Muchas veces cuando se habla de Legaltech, se vincula este concepto a importantes transformaciones técnicas, e inclusive suele vincularse el término con el uso de inteligencia artificial (AI), robotización, lenguaje natural, blockchain y otros aspectos tecnológicos similares. Esto ciertamente es así, pero puede ser insuficiente como concepto, dado que deja afuera otro tipo de innovación tecnológica que en algunos casos puede presentarse como más simples o como un camino inicial para comenzar un proceso de cambio.
Lo cierto es que el legaltech -desde su concepto- es algo simple de comprender, se vincula simplemente a la incorporación de tecnología para la realización de tareas legales, que faciliten o mejoren por un lado las necesidades propias del ejercicio de los abogados en sus tareas cotidianas y por otro lado, la mejora de los vínculos y relaciones en términos tecnológicos con los clientes, proveedores o contratistas. Es una realidad que impacta tanto en abogados de estudios jurídicos, como en las empresas y en los organismos de gobierno; en este último caso los beneficios de las mejores prácticas tienen una implicancia social amplia, dado que afecta a la comunidad en su conjunto.
Es conocido el refrán que da cuenta de que “a veces, poco puede ser mucho”, y esto sucede con frecuencia en el ámbito del ejercicio del derecho, donde en general se evidencian desafíos que están en lo inmediato y que se pueden abordar sin grandes pretensiones. Empezar poco a poco a sumar mejoras tecnológicas que impliquen ir acumulando valor no es tan difícil como a veces imaginan los actores legales.
Pensemos en nuestro país y analicemos el grado de transformación digital con el que cuentan hoy las instituciones judiciales. No hace falta ser un experto en esta materia para advertir rápidamente que hay un importante atraso. Si bien la situación planteada por el escenario del covid-19, ha generado la necesidad de acelerar cuestiones vinculadas a las notificaciones, el acceso a los expedientes, o el diligenciamiento de algunos trámites; no menos cierto es que durante gran parte del período que significó la pandemia los tribunales permanecieron silenciosamente cerrados.
En materia judicial, las nuevas tecnologías son más que nunca necesarias como una herramienta que permita ampliar el acceso, cumplir con estándares de transparencia, brindar un servicio más eficiente, y en general acercar a la ciudadanía al sistema judicial.
El expediente judicial, plasmado en el papel y localizado en un lugar concreto como son los tribunales, está destinado a trasladarse del mundo físico y limitado al mundo virtual, donde su existencia y razón de ser, pueda desarrollarse en un plano más idóneo, con mayor nivel de acceso en todo momento, aportando celeridad y absoluta disponibilidad de la información.
Algunos de los ejes para trabajar en este sentido son: la necesaria inversión en infraestructura, eliminación del soporte papel, incorporación de la firma digital y establecer mecanismos seguros de comunicaciones dentro del proceso y en particular en las notificaciones.
Como contrapartida el desafío es lograr: un incremento de la velocidad, agilización y efectividad en el procesamiento de información, un aumento de la transparencia, una mejora la calidad del servicio en la administración de justicia (en tiempo, fondo y forma), mayor integración vertical u horizontalmente en las distintas instancias de la justicia y de esta con otras instituciones y el acceso universal al proceso y sus fases.
El desafío no es menor, pensemos en las implicancias de este cambio de paradigma; la posibilidad de tramitar integralmente el proceso electrónico judicial implica la implementación de requerimientos técnicos de seguridad y de autenticación de documentos tales como la firma digital, interfaces que permitan interactuar con otros sistemas, la posibilidad de presentación de escritos en formato digital, el expediente electrónico y lo relacionado al domicilio virtual, la notificación electrónica, la filmación y grabación de audiencias, vistas de causas, declaraciones testimoniales, y aún las actuaciones a distancia mediante videoconferencias, entre otros. Si bien el panorama es complejo, urge avanzar con decisión.
Mientras tanto en el sector privado y específicamente en el corporativo, aunque el avance en la incorporación de tecnología se percibe como mayor, de igual manera aún hay un camino por recorrer.
El mayor desafío que enfrenta el sector privado es la eliminación de tareas rutinarias y repetitivas, a partir de la incorporación de plataformas en las que se pueda delegar estas actividades. Es aquí donde “aprieta el zapato” y quizá la puerta de entrada más importante para que los abogados corporativos se animen a innovar.
En este contexto aparecen algunas soluciones que posibilitan esta transformación: los bots, la automatización robótica de procesos (RPA) y la inteligencia artificial (AI).
Este tipo de tecnología promete avances en materia de automatización, potenciación de la investigación legal, la predicción jurídica y el análisis potenciado de contratos.
Las empresas que más rápido avanzan en este camino son aquellas que reúnen las siguientes características:
Están reguladas e interactúan necesariamente con entes contralores, su negocio es masivo (B2C), y por tanto, presentan en su modelo un potencial alto de reclamos. Entre este tipo de empresas, podemos mencionar a los bancos, compañías de seguros y telcos.
Estas empresas ya han recorrido un camino inicial y se proyectan con posibilidad de incorporar nuevas tecnologías de segunda capa, que permitan un mayor escalamiento del negocio, maximizando la puesta en valor de los servicios legales.
Sin perjuicio de esto, volvemos a lo que se mencionó al principio de esta nota. Para crecer en la perspectiva del legaltech, se requiere ante todo una “actitud”, una “impronta”. La transformación digital comienza por los equipos. Preparar el equipo para el cambio es la piedra fundamental donde fundar la innovación. Se pueden recoger ejemplos donde, equivocadamente, se incorporó tecnología sin previamente consolidar a las personas para el cambio, lo que produce que estos intentos, fundados en buenas intenciones, naufraguen.
Conocer el camino que implica la transformación digital, las expectativas y los objetivos -tanto del equipo como organizacionales a conseguir- es de suma importancia para alcanzar el éxito de este tipo de proyectos. Podemos sintetizar esto diciendo que se trata de un camino consciente.
Finalmente, queda hacer una referencia a los abogados particulares y a los estudios. En este ámbito la propia evolución viene dada por los propios clientes y de sus expectativas. Hemos pasado de clientes que necesitaban presencia física, conocer a sus abogados y mirarles a los ojos hasta los que buscan una recomendación en la red para elegir a sus profesionales. Pensemos que actualmente el 80% de los procesos de compra se inicial en la red. Para estos actores, es fundamental e imperioso avanzar en la incorporación de nuevas prácticas. Para ello podrán echar mano a productos tecnológicos de mercado que posibiliten el paulatino escalamiento.
En suma, tanto el estado y como los privados tienen por delante grandes desafíos que se interrelacionan y complementan mutuamente. La premisa es “empezar”, consolidar y preparar equipos. El escalamiento tecnológico es una decisión impostergable del ámbito legal en todas sus dimensiones, pero que podemos asumir con responsabilidad, evitando sumar presiones innecesarias, avanzando con convicción y sabiendo que el legaltech se construye todos los días aportando innovación en un marco de realismo concreto.